Vacaciones de una Esposa Ardiente - Erótica

Vendedor Ficción Erótica

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Tan pronto como bajó del avión, sintió el calor en el aire. Su vestido se pegaba a su espalda y el sudor se deslizaba por sus piernas. Sintió una emoción revoloteando en su interior. Su teléfono sonaba, era él otra vez. Rodó los ojos, a veces era tan pegajoso. Respondió la llamada y luego colgó. Se rió para sí misma mientras se subía a su Uber.

Inhaló sorprendida al ver el mar Tirreno, el conductor del Uber aprobó con la mirada desde su espejo,

"Bellissimo" hizo una pausa "Al igual que tú."

Notó cómo la miraba el resto del viaje, con hambre en sus ojos. A ella le gustaba la atención. Bajó las ventanas y le dijo que respirara hondo, conforme lo hacía, saboreaba el aire salado y el perfume de los huertos cítricos. Qué lugar tan embriagador, pensó.

La carretera, flanqueada por antiguos muros de piedra y flores silvestres vibrantes, serpenteaba a través de laderas escalonadas. Olivares y viñedos se aferraban a las empinadas colinas, así como hermosas casas de colores pastel. Su teléfono vibró otra vez, era su marido.

"Por favor, dime que aterrizaste segura, te lo ruego :("

"Sí. Lo hice." Ella respondió, sus uñas rojas chasqueando en el teclado.

Pensó por un segundo y le envió otro mensaje.

"Conseguirás lo que quieres. No te preocupes."

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La villa era asombrosa. Él servía para algunas cosas, pensó, había elegido bien. El taxista insistió en llevar sus maletas por las empinadas escaleras, caminando detrás de ella, todavía enviándole miradas duraderas. Ella agradeció y le dio propina y abrió la puerta principal. Los pisos eran de mármol y frescos, cada habitación estaba bañada en luz natural con vistas al agua azul abajo.

Tomó un largo baño, disfrutando de la vista. El vapor se elevaba en el aire, cubriéndola en una niebla etérea. Arqueó su espalda en la bañera y se sumergió, contemplando tocarse a sí misma. No, pensó, eso hará que todo sea aún más dulce.

Al salir del baño, se masajeó aceite corporal por todo su cuerpo comenzando con sus pies, haciéndolos aún más suaves y flexibles, contemplando sus uñas perfectamente manicuradas. Subió por su cuerpo, masajeando el aceite en sus muslos delgados y tonificados, prestando especial atención a sus nalgas suaves y voluptuosas, suspiró un poco mientras hacía esto, esto era algo por lo que su marido era bueno. Podría ser un proceso largo. Con todo su cuerpo ahora hidratado se puso un vestido, un vestido largo sin tirantes que abrazaba cada curva, dándole una silueta de reloj de arena impecable. Añadió una bruma corporal que hacía resplandecer su escote. Se tomó su tiempo con el maquillaje, su piel parecía iluminada desde el interior. Soltó su cabello castaño de la scrunchy y lo dejó caer suelto, en cascada por su espalda. Dibujó unos cautivadores ojos de gato al estilo Cleopatra y delineó sus labios en carmesí, con un lápiz labial en rojo cereza. Se puso un par de tacones rojos y salió de la villa, en anticipación del peso de la noche.

Llegó al bar, estaba concurrido y lleno de locales. Su italiano era limitado, pero todos eran muy acogedores. Ordenó una botella de vino, y el barman le contó un poco sobre los vinos tintos de la región. Era un hombre en sus veintitantos, un poco más joven que ella, se sonrojaba cada vez que la miraba. Qué patético, pensó.

"Este es un vino sexy" Comenzó, sonrojándose aún más.

"¿Perdona?" Preguntó ella, viéndolo retorcerse.

"Quiero decir que tiene, cómo decirlo, una respuesta emocional, es sedoso y suave, opulento. ¿Le gustaría probarlo?"

"Sí," dijo ella simplemente, fijando su mirada en él.

"Ella sostuvo un poco en su boca, saboreando las notas, era dulce y sedoso como él había descrito.

"Sí, por favor. Tomaré una botella."

"Sí señora," respondió él obedientemente.

Ella bebió algunas copas de vino, disfrutando del sol de la tarde. El bar se llenó más, y podía decir que estaba atrayendo atención. Ese perdedor le estaba escribiendo de nuevo, brevemente le recompensó con una foto de ella tomada en el espejo del baño, mostrando su vestido en todo su esplendor, y dándole el dedo del medio. Prestó atención a todos los que entraban y salían, después de todo, observar a la gente era uno de sus pasatiempos favoritos. Salió a fumar un cigarrillo, maldecía al darse cuenta que no tenía encendedor. Mientras rebuscaba en su bolso, se dio cuenta de que una mano se extendía hacia ella. Él sostenía un encendedor. Ella levantó la vista y sonrió. Qué apuesto era. Tenía el cabello revuelto y ojos marrón tierra.

"Es un placer conocerte," dijo él.

"El placer es mío" Ella respondió, ronroneando su respuesta.

"Me llamo Francesco" sonrió.

"Cleo" respondió ella, extendiendo su mano. Él la besó enviando olas de choque a través de ella, qué italiano pensó.

"¿Te gustaría venir y unirte a mí en mi mesa?" Preguntó.

"Sí por favor," dijo ella.

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Ella se enteró de que Francesco era un escultor, y habló con tal pasión. Habló de cuánto amaba hacer cosas con sus manos, y sobre el arte en Italia, hizo muchas recomendaciones de lugares para visitar y lugares a los que la llevaría. Ella contemplaba sus manos, parecían fuertes y delicadas al mismo tiempo. Hablaron y rieron durante horas, bebiendo numerosas botellas de vino. Todavía tenía ese sabor sedoso y sexy. La jaló a su regazo en el bar, ella podía sentir sus fuertes piernas y su duro pene. se movió ligeramente sobre él sin atraer la atención de los demás en el bar. Apenas podía contenerse.

Salieron a fumar, y él la estaba besando, sus labios y bajando por su cuello. Olas eléctricas pulsaban a través de su cuerpo, lo deseaba. Se sentía como si nunca hubiera deseado nada más en la vida.

Lo llevó de vuelta a la villa, él la llevó en brazos por la empinada colina mientras ella sostenía sus zapatos. Era fuerte como un toro. Lo deseaba tanto.

Se puso de pie mientras ella se arrodillaba en la cocina de planta abierta. Ella inhaló audiblemente al ver su pene. Era grueso y enorme.

"Oh Dios" dijo en voz alta "Es perfecto."

Sintió humedad en sus bragas. Deseaba saborearlo tanto. Lo deslizó en su boca, y él sujetó su cabeza con fuerza hacia abajo. Sabía tan dulce y limpio. Respiraba profundamente por la nariz mientras sentía su pene profundo en su garganta, volvió a la superficie por un segundo, tosiendo y él rió, empujándola más abajo y empujando dentro de su garganta. Acarició su cabello mientras lo hacía.

"Oh, buena chica" Ambos gemían al unísono mientras ella gemía sobre su pene, ella sabía que él sentía la vibración. Estaba tan DURO.

Se quitó la mano de la parte posterior de su cabeza y ella tomó el control, empujándolo tan fuerte como podía hacia el fondo de su garganta, manteniendo un ritmo, escuchándolo reír con placer, estaba tan duro ahora, sabía que iba a correrse. De repente la agarró del pelo y la levantó hacia arriba, de modo que estaba mirando su pene perfecto. En un segundo se corrió, cubriendo su cara y cabello de semen cremoso. Ella jadeó y tosió mientras sus ojos lloraban, y su garganta ardía, se sentía vigorizada. Anhelaba tenerlo dentro de ella. Se encontró suplicándole que la follara, pero él simplemente negó con la cabeza mientras se abrochaba los jeans.

"Nos vemos mañana, a las 7 pm. Esté lista." Él sonrió y al salir, le dio a la cámara que ella había instalado un saludo jovial.

Él se fue y ella se quedó sin palabras.

¿Cómo sabía? Podía ver la luz roja de la cámara parpadeando arriba.

"Entonces, ¿te gustó eso, eh?" Provocaba ella, enfrentándose a la cámara, él tembló, era como si ella pudiera verlo. En el baño de la oficina, descolorido y gris. Teléfono sacado, auriculares puestos, sudando y temblando en un cubículo. Nunca se había sentido tan patético e insignificante. Miró en sus ojos crueles mientras se venía, por todo su pantalón.

"Oh JODER," dijo en voz alta.

Y Señor sabía lo que Francesco le iba a hacer mañana a las 7 pm.

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